¿Por qué vuelvo a temblar?
¿Por qué?
Esto no era parte de mis planes. No lo era.
Pero...parece que sí de los tuyos.
Me causa gracia, bastante, la verdad. Siempre que te apareces Señorito, haces mis días impredecibles, no importa en qué espacio o tiempo, o como me sienta yo, siempre es una sorpresa. Y así mismo, a la vez, pareciera dicho y escrito todo lo que harás en mi entorno.
Es tan raro, es tan raro.
Un día te vi, cerrando lentamente las cortinas de tu habitación, mientras el autobús pasaba afuera de tu casa.
Mis dientes peliaron, mi mandíbula se apretó, quizo maldecir, pero no lo hizo.
Una sonrisa, una ridícula sonrisa de saber que estás vivo, y aunque yo pensante de que me ignorábais, fuera por lo que fuese, estabas feliz. Como caprichosa mocosa no quería que eso estuviese bien para mi, no lo quería.
Un anciano de grisácea boina, sentado en frente con actitud de un viejo canino gruñón que alguna vez conocí, me miró con extrañeza repeliéndome de su cotidianidad, cuando me vio formando con mis manos un pequeño rifle, apuntando por la ventana a tu hogar, luego del último centímetro cerrado por tus aún vivos brazos. BANG'BANG', dije expresando un guiño.
Pasé tal vez a metros de ti, bastantes veces. No tomaba el autobús, sólo para caminar sobre pasos que dejé cerca de tu casa, hace ya unas décadas.
Estando abajo de tu ventana, muchas veces oí el bajo. Intentaba bloquear-te.
Tal vez el anciano de grisácea boina, me ha visto en mi acto de ridiculez repetidas veces.
Está claro. Haga-mos lo que haga-mos, no se puede. ¿No?
Creo; nosotros mismos, nos mofamos inconscientemente -valga la redundancia- de nosotros mismos.
Si me contaste alguna vez, la historia del Cambio. Ahora es una excusa que no sirve, ya que es la historia de la Repitencia, la que nos encaja a la perfección.
Te tomaré la palabra, "Extraño es extrañar".
No hay comentarios:
Publicar un comentario