Te vi.
Te vi, Desconocido.
Las siete de la tarde eran, creo. Parecía que el metro y sus vagones iban más lento de lo normal, como si el tiempo se detuviera en algunas milésimas de segundo, quizás estaba más loca, o era la gripe que me estaba envolviendo, esa Fiebre.
Me puse al principio del andén, para mirar por la primera ventana. Llegó, vacío...
Entré.
Un halo me abrazó fríamente, cuando cerraron las puertas. "Hhh."
Corrí, corrí de un ataque de esquizofrenia, pero no corría. Caminé cuando mi mirada se hizo ausente. Me acurruqué en un rincón del último carro, haciendo el piso, sólo nada.
Subí la mirada y te encontré, tu mirada era penetrante, de forma que me repelías fácilmente. Quise disimular mi impresión, parpadeando y contemplando el cielo que se hacía abstracto inmerso en el silencio dentro de mi cabeza, de mi mente nerviosa.
Luego de unos segundos, levanté la vista
Tú, aún me mirabas, y esta vez también sonreías. Yo...te sonreí.
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