martes, 5 de junio de 2012
deleite.
El balcón del último piso es el más frío. Son las ocho de la mañana, la delgada bata de rojizo color apenas logra abrigar la pálida piel que se deja ver, mientras observo mi cristalizado aliento bajo la fría brisa urbana, el cigarrillo entre mis dedos se desbarata poco a poco, la taza de caliente café en mi mano izquierda, se congela a cada segundo. Luego logro palpar sus húmedas manos en mi cintura, su aliento entre mis oscuros cabellos, ése cálido beso en mi cuello me da seguridad y cierro los ojos, respiro el nublado ambiente, me siento libre, sus singulares palabras cantadas al oído me dibujan una sonrisa, esa sonrisa de dicha que complementa el grato momento. El calor de su cuerpo en el mío entretanto me acobija en sus brazos, me da una invitación al sueño, pero esta vez a su lado. Sus labios seducen mi imaginación e impulsivamente me apego a ellos, acaricio su desordenada melena firmemente y me pregunto si la verdad por la que vivimos cada día es esto: los cortos momentos de satisfacción que nos hacen felices. Todo es perfecto, los nervios de infante cubren mis sonrojados pómulos, el sudor de sus manos mientras aprieta las mías, las infinitas caricias sobre mi cuerpo y rostro, los besos en la frente antes de rodearme con esa impetuosa forma suya.
Él juega con mis dedos mientras yo lo observo, como siempre…admirando sólo lo que yo sé ver, aquellos profundos ojos que me hipnotizan, que me incitan a descubrirlos, a entrar en ellos, en su mundo misterioso que otros ven absurdo, maravillarme así cada día, fascinarme, enamorarme. Es acaso un sueño más?, es posible que la realidad de todos, nuestra misión como individuos, reitero, sea ser felices?. Los suspiros ambientan la utopía de nuestras vidas.
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