miércoles, 4 de diciembre de 2013

A veces la vida da golpes injustos a su placer y capricho.
A veces no podemos comprender la racionalidad de algo que no posee mente.
A veces no decidimos.
A veces...nos convencemos de que por un segundo la vida se nos escapa de las manos.
A veces no somos super-predadores.
A veces no hay un TODO correspondiente a la nada.
A veces hay excepciones, porque lo preciso y precioso se encuentra en lo más recóndito e inimaginable de la misma subjetividad humana, ser una hoja de papel en blanco que sobrepone sus límites sin antes conocerlos hasta su último respiro o susurro.
Podemos ver y hacer hasta donde se nos dé la mera gana, podemos pisotear el mundo a nuestro gusto.
Podemos creer que la realidad en la que caminamos y parlamos consigo mismos, es un sueño penetrante y sigiloso, uno amedrentado por bajas y altas.

Somos dulces víctimas de nosotros mismos, desde el ser más ingenuo y plano bípedo 'pensante', hasta el criminal más desalmado y 'consciente' de su acto.

Somos tanto, sin desearlo ni quererlo y somos poco, cuando anhelamos y fantaseamos.

Fragmentamos la vida en miles de trozos, cada pequeño Resplandor es un universo que sólo el más valiente se atreve a deleitar. Creemos porque es innato. Creemos para sobrevivir.

No vine a enseñarles de nuevo a ser humanos, he venido a parlar con dedos, nada más.
 Sueñen y sostengan con fuerzas divinas sin importar porqué.


Creemos para llegar a esa infinitud etiquetada.
Anhelen ser infinitos. Porque ya lo son.





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