sábado, 3 de noviembre de 2012

Ave antártica le dijeron.

Que aquel espíritu sea permanente y esboce en nuestras alas, que regocije y baile extasiadamente ante tu mirada desde ahí abajo, desde aquella...Su espera.


Leer, leer los pergaminos mitológicos de milenios atrás, aquellos filósofos...hermanos fueron algún día ancestral.

 Leer, leer las gruesas ramas que formaste a mi lado, para mantenerme de pie Hoy.

Mirar entre aquellos intervalos de luz que forman las hojas del 'Ajeno', 'ambos mirando en direcciones contrarias'.
Se asoman, se asoman y luchan contra mi 'resistencia', para respirar en la superficie...abrir violentamente aquellas bien enseñadas puertas del alma, y gritarme(te) por un clamor de Libertad-auxilio-.

Durante años y sólo para que no des cuenta de que están latentes ahí, he de esconderlas con una natural carcajada, o una mirada ausente, fría y excluyente, falsamente indiferente, que bajo burdos disfraces es un deseo por la explayada dicha que no encuentra ni siquiera en la 'Nada'.

 ¿Dónde está?,¿Dónde ha quedado?...me pierdo entre mareos, ataques cardíacos, puñales del cuchillo que no quisiste mostrarme...para no tentarme a matarnos. Sólo le pido a la Infinitud que borre las agujas en algunos ojos. Las ansias por saber se hacen difusas.


 Detesto el Tiempo, detesto la espera, detesto...DETESTO! Algo que tan sólo es un concepto hecho a la justa medida de nuestras ambiciones. Podría decir que detesto el Destino, pero aún no lo diré, mientras-cruelmente- le dé a las carcajadas de los niños, los gritos de horror de los bultosos y grises adultos.

 ¡Salve Dios!, que jamás ha existido.

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